Pescando en embarcación fondeada, y en los roquedos sumergidos donde sabemos que hay buenas piedras de pargos de mediano y gran tamaño, podemos optar por tres cebos y montajes que son irresistibles para los ejemplares de mayor peso. Antes de nada decir que hay aficionados que previamente “llaman” a los pargos dejando caer un peso de cierta entidad (se emplea un recorte de perfil en U de hierro o un trozo de tubo metálico) amarrado con un cabo, hasta las piedras del fondo, ahí se sube y se deja caer varias veces, buscando un sonido que extrañe a los peces y los haga salir de su agujero. Bien, estos cebos son la bola de corrusco; se ensartan tres o cuatro corruscos grandes (sin conchas) en un buen anzuelo y se pesca como cuando buscamos caballas, dejamos caer a fondo con un plomo mediano y estamos subiendo un par de metros y bajando, así hasta que entre el pargo.
El rosario de mejillones, igualmente lastrado con un plomo medio, se ensarta en un aparejo de tres anzuelos bastante juntos (una especie de tándem) tres mejillones grandes, se meten los anzuelos por dentro de las conchas y éstas se sujetan con una gomita elástica. El sistema es idéntico, y si damos con una buena piedra los dobletes y hasta tripletes están casi asegurados.
El tercero es el cangrejo de río o de las marismas, lo encontramos en las pescaderías, y se ceba con él como con ermitaño, a fondo, en un aparejo de dos o tres anzuelos y plomo final. Hay que procurar que se trate de cangrejos vivos, son muy efectivos con todos los peces de roca (y otro secreto, igualmente fulminante para pescar de noche en el rebalaje de la playa a surfcasting…).