Pescar llampugas

Llegan las reinas del otoño, las que nos deleitan cada temporada con sus saltos, ataques y carreras. A finales de verano se acercan a la costa los grandes reproductores para dar vida a esas pequeñas que nacerán normalmente en agosto, y que se alimentarán días tras día para crecer y estar preparadas, aproximadamente a finales de noviembre, agruparse y emprender su viaje. ¿Hacia dónde?, pues realmente a día de hoy no se sabe a ciencia cierta.

También depende de cada zona, ya que tengo amigos en Alicante por ejemplo que las pescan más meses que nosotros en Cataluña, por lo tanto, se van más tarde, dependiendo siempre de la temperatura del agua.




Por ello, y para tener más datos oficiales, se tienen pocos datos fiables el año pasado se empezaron a marcar los primeros ejemplares en el Mediterráneo, con la clara intención de obtener información fidedigna sobre esta especie que nace, crece y desaparece para no volver hasta el siguiente otoño, la misma que tantas pasiones levanta mientras están a tiro de los pescadores de señuelo, que embarcados o desde costa van a buscarlas en estos meses con ilusión.

Quién sabe, quizá un día se recapture un ejemplar de metro veinte centímetros  en el Caribe, o en las islas Canarias, cuando se marcó en la Costa Dorada, en Gerona o Barcelona, cuando tan sólo medía 50 centímetros. ¿Salen del Mediterráneo en busca de aguas más cálidas? ¿Se quedan en él? Son preguntas que a día de hoy muchos nos hacemos, y que esperemos algún día gracias al mareaje, poder responder.

También te puede interesar este tutorial de pesca , es una pasada !!!

Desde costa y desde barca

Esperamos con ansiedad la fecha para ir a pescar llampugas, las cuales están al alcance de todos, no hace falta embarcación para dar con ellas, los spinners costeros también tienen sus asaltos año tras año, siempre buscando zonas en las que haya una cierta profundidad, como las bocanas de los puertos, lugares en los que podemos encontrarlas y disfrutar igual o más que si vamos embarcados. Las pieza que se capturan desde tierra a spinning valen por dos, y los combates se disfrutan el doble.




Por el tiempo que llevamos tras ellas, y los cambios de impresiones amigos que también las pescan en diferentes puntos, creemos que los días de sol y mar en calma son los mejores para su pesca. De hecho ha habido jornadas en las que ha empezado a soplar el viento y han dejado de comer o incluso no las hemos visto más es día, como también jornadas en las ha parado de soplar el viento y han aparecido.

Lo que está claro es que si están se dejan ver, luego, que piquen o no, es otra historia. Pero como siempre en pesca no se puede generalizar, y también existen días apuntados en el diario en los que han empezado a comer cuando ha soplado viento de sur y se ha empezado a rizar el mar.

El llampugón solitario

Para muestra un botón: la mayor llampuga que hasta la fecha he cogido fue engañada un día de fuerte viento y en el que la mala mar y las olas de casi un metro se estrellaban fuertemente contra la barca. Estábamos buscando especies de fondo a jigging, en un faro situado frente de una isla.

Y allí estaba ella, sin compañía, no vimos ninguna más, toda una preciosidad que no dudó en atacar el para brindarme un combate de vértigo, unos saltos que salvaba agachando la caña contra el agua, y unas carreras que nunca olvidaré. Fue un combate duro que empezó desde el fondo, aparte de que sólo el hecho de mantenerse en pie sobre la barca era toda una odisea. Hasta que no la vimos saltar por primera vez no supimos qué era, porque no la esperábamos.




Una vez a bordo fue marcada y devuelta, midió 70 centímetros, y fue la más grande pescada aquel día, en octubre del año pasado.

Minimizando el estrés y los daños a las llampugas

Una vez clavadas no les damos demasiada cancha, no forzamos al límite tratando de evitar la rotura, pero casi ya que alargar el combate podría ser perjudicial para su supervivencia, si pretendemos soltarlas, claro. Forzar una llampuga de un par de kilos con un equipo ligero es muy divertido y en absoluto fácil. Son duras, tienen fuerza y sacan mucho hilo, sobre todo cuando ya las tenemos cerca de la barca. La que sale saltarina es la que más nos hace disfrutar, aparte de las carreras le acompañan los saltos en su compas algo digno de ver, más aun si no la perdemos en una de sus cabriolas, cosa bastante habitual.

Normalmente no utilizamos sacaderas para embarcarlas, ya que se hace más complicado al ser muy asustadiza y para meterlas en la red deben estar rendidas en exceso, por tanto es más fácil y efectivo para realizar captura y suelta desde embarcación, claro recoger con la mano el bajo y subirlas directamente, siempre y cuando veamos que vienen bien clavadas.

Rápidamente las envolvemos con un trapo húmedo para que se tranquilicen y dejen de saltar y podamos desanzuelarlas sin peligro. Si ya en el agua saltan, fuera de agua parecen pulgas, y no es fácil controlarlas, más aún si queremos medirlas y marcarlas para soltarlas sanas y salvas.

Pescar llampugas en superficie

No hace falta decir que pescarlas con señuelos de superficie es la manera más bonita y espectacular; pocas veces aciertan a la primera embestida, y precisamente eso es lo más divertido y emocionante, ya que las picadas se suceden, más aún si van varias tras el engaño y se van alternando en sus ataques. La competitividad por el alimento entre ellas es grande, solo hace falta ver las cacerías que forman tras las agujas -su plato favorito-.




Son rápidas y voraces, pero también algo torpes cazando arriba, y son listas, muy listas. Memoria de tres segundos tengo claro que no tienen, ya que hay días en los que con el mismo señuelo coges cinco o seis, pero después no hay manera, cambias de señuelo y otra vez
estás con la caña torcida.

Recogiendo un señuelo de superficie velozmente podemos ponerlas nerviosas, tanto que podemos conseguir cambios en su coloración, y que les aparezcan “la camisa a rayas” como solemos decirle. Ese hecho nos indica que están en plena excitación y que pueden atacar en cualquier momento. Muchas veces persiguen el engaño con curiosidad, le dan vueltas, pero no se deciden, y justo cuando se aprecian las líneas atigradas en su cuerpo es cuando atacan.

¿Poppers o paseantes para pescar Llampugas?

Con un popper recogido rápidamente a tirones, haciendo paradas y bruscas arrancadas, también las hemos conseguido engañar, pero bien porque confiamos más bien porque se nos da mejor, cogemos más con paseantes. Los señuelos de Robert lures, y en especial los Peppy, son muy divertidos y casi diría que mis favoritos para ella. Recogidos a gran velocidad consiguen levantar muchos peces y despertar el interés de los ejemplares que velozmente los persiguen y en ocasiones los atacan. Hay veces que hasta saltan fuera del agua con tal de dar caza a ese trozo de plástico que corre hacía nosotros, la verdad es que se fallan muchas picada y para intentar minimizar esto en la medida de lo posible tenemos que tratar de que el señuelo no salte demasiado sobre el agua.




Pescar llampugas en superficie cuando estas muestran actividad es toda una delicia y un espectáculo digno de ser grabado, pero en tales circunstancias a ver quién es el guapo que deja de pescar para ponerse a grabar.

¿Si las llampugas no están en superficie?

Sería engañar a los lectores decir que todas las llampugas que cogemos son pescadas en superficie; por intentarlo que no quede, siempre insistimos mucho, pero hay días que no hacen ni caso, ya les puedes tirar un paseante de última generación recién llegado del otro lado del charco, que si no es su momento, sol o conseguiremos pensar que ese señuelo no funciona.

Los jigs son una buena alternativa, una excelente opción. Aunque la verdad es que nosotros no los utilizamos demasiado, sí es cierto que hay días en los que no hay manera de sacarlas y acabas probando con todo lo que tienes a tu alcance. Utilizamos cualquier modelo, siempre
en pesos inferiores a los 30 gramos.

Los lanzamos no muy lejos con la clara intención de ser recogidos rápidamente por la superficie, despertando el interés de las esquivas llampugas, y una vez ya las tenemos detrás, frenamos en seco para dejar caer unos metros, para seguidamente jugar con ellos a tirones. En ocasiones funciona, en otras lógicamente no. Si lastramos el triple o anzuelo con un pulpito o unas plumas podemos ha mucho más apetitoso a sus ojos.




Los jigs de pelo también funcionan; nos los hacemos nosotros mismos o por comodidad, los compramos. También hemos probado rubberjigs, y funcionan en ocasiones. Con vinilos también engañamos algunos ejemplares, de hecho son nuestra última alternativa esos días en los que no hacen más que seguir los señuelos pero sin llegar a atacar; el inconveniente es que debido al material con el que están hechos no suelen durar más que un par de asaltos, pero al menos consiguen nuestro propósito. Otros señuelos que nos han funcionado muy bien una vez le hemos cogido el tranquillo a su movimientos  han sido los paseantes sumergidos.

La pesca de la llampuga es …

Pero está claro que con esta especie hay días en los que les puedes tirar todo los señuelos que tengas en la caja que no habrá manera, no importa el color ni el tipo de movimiento, como también nos encontraremos días en los que cualquier señuelo que se tire al agua lo devorarán nada más caer, así es la pesca de llampuga, tan fácil en unas ocasiones como difíciles en otras, pero vale la pena dedicarles horas, ya que cuando se consigue tener una al otro lado sedal el disfrute es máximo.